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¿De qué se ríe el comisario Hogan?

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Tomando un café con mi amiga Patricia, sí, la de Mercadona, hablando de lo humano y lo divino, acabamos intercambiando opiniones sobre la relativa calma que vive el sector productor vasco donde, por una parte, la creciente estructuración del sector productor ha supuesto una mejor organización sectorial con la que afrontar los retos que nos plantea el mercado y, por otra parte, la creciente demanda de producto local, en su mayoría amparado por marcas de calidad, por parte de las cadenas de distribución, la verdad sea dicha, unas con más empeño que otras, hace que en estos momentos no existan grandes dificultades para vender nuestro producto. ¿Entonces, dónde está el problema? se dirán ustedes, al igual que me preguntó mi contertulia, y yo le volví a repetir mi humilde teoría que es la siguiente: el actual sistema alimentario, el mayoritario al menos, está sustentado en una alimentación ciertamente barata y por ello, en una cadena alimentaria de varios eslabones donde todos los

Como un cencerro

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Hace unos cuantos meses escribí sobre los miles de personas que en un ejercicio de gilipollismo olímpico firmó en la plataforma digital Change.org para que indultasen a la vaca Carmen del Santuario de Animales de su sacrificio pese a ser positivo en brucelosis e inexplicablemente, lo lograron. Ahora bien, aunque este tipo de recursos son habitualmente utilizados por pisapraos, comeflores y demás gentes de buena pero errada voluntad, hoy les tengo que informar que también hay gente “sana” que recurre a este tipo de plataformas y la mejor muestra de ello la encontramos en el pequeño municipio francés de Biot de la Alta Saboya, donde más de 113.000 personas se han rebelado vía Change.org frente la demanda de unos cuantos propietarios de segundas residencias para eliminar los cencerros de las vacas por el insoportable ruido que sacan, solicitando a su alcalde que desestime dicha petición y, felizmente, el alcalde se ha pasado la petición de los chaletistas que están como cencerros,

La butifarra, por supuesto, catalana

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La víspera del referéndum catalán no parece ser la mejor época para adentrarse en cuestiones identitarias y cuestiones nacionales porque uno corre el riesgo, inevitable por otra parte, de salir trasquilado dado que, como comprenderán, al igual que es imposible hacer una tortilla sin romper huevos, es igualmente imposible, referirse a estas cuestiones, sin ser acusado de mingafría por los sectores más nacionalistas (vascos y catalanes) o no ser acusado de secesionista y/o filoterrorista por los otros nacionalistas, que haberlos haylos, los nacionalistas españoles. En estos momentos donde Mariano ha decidido apagar el fuego echando gasolina sobre la hoguera quisiera poner sobre la mesa, nunca mejor dicho, la cuestión de la identidad nacional en lo relativo a los alimentos y más concretamente a su etiquetado, puesto que mientras unos, apelando al sentimiento y las necesidades de generar la adhesión del consumidor más cercano, reclaman la flexibilidad normativa que posibilite a

La manzana de la discordia

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No hace mucho tiempo se me acercó una pareja joven ilusionada con su proyecto de pequeña quesería donde además de queso querían elaborar otra serie de productos lácteos con los que impulsar la idílica diversificación que todos ansían lograr cuando emprenden el camino de la transformación. Al poco tiempo de comenzar la conversación, mi natural talento (osea, nulo), fue suficiente para captar que aquel proyecto no tenía viabilidad alguna, al escucharles que el diseño de las instalaciones debía ser tal forma que no tuviesen que “tocar” las ovejas. Quizás sea un caso aislado pero mucho me temo que no y prueba de ello son los numerosos casos de caseríos donde la faceta transformadora, por supuesto más rentable que la meramente productora, acaba por engullir y aniquilar la faceta productiva y no es nada raro encontrarse con casos donde los responsables de la explotación, especialmente las nuevas generaciones, atraídos por la rentabilidad de la actividad elaboradora y comercial y

Los ecologistas sin veraneo

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Quizás lo desconozcan pero la diferencia estival entre Gipuzkoa y Bizkaia es que mientras los primeros, los grisunos guipuzcoanos como dice una allegada mía, vamos de vacaciones, los segundos, los farrucos bizkaitarras, no van de vacaciones sino que, veranean. ¡Así, como suena!. Pues bien, como sabrán, mi familia política es de Bizkaia, del populoso barrio bilbaíno de Santutxu para más señas, y por lo tanto, uno, con los años de convivencia marital ya ha adquirido la categoría de veraneante en Armintza, barrio portuario de la localidad de Lemoiz, donde, perdonen la recoña, nuestra insigne familia veranea desde hace unas cuantas décadas y donde, siento decirlo, veo con no poca preocupación que crecen las actitudes incívicas de algunos chonis al querer aparcar al borde del agua y de algunos otros que no acaban de dominar a sus canes que, cómo ellos siempre te advierten por anticipado, ¡tranquilo, que no hace nada!. Dejando clara mi condición de veraneante, no creo haber sido objet

No lo sé, No me consta, Lo desconozco

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Hace un año murió mi padre, exhausto tras diez eternos años de convivir con el señor Alzheimer. Lo que comenzó como un simple de olvido de llaves acabó del todo con su frágil memoria y se nos fue tras haber olvidado cómo se masticaban los alimentos y, lo que es peor, algo tan simple, como el hecho de respirar. Hoy, un año después, cuando me dispongo a darles un respiro en la sufrida labor de leer mis filípicas semanales, la cuestión del olvido, paradójicamente,  me vuelve con inusitada fuerza al observar cómo numerosos mandamases populares han caído en las garras del señor Alzheimer, al menos, si son ciertas esas profundas lagunas en la memoria que muestran públicamente cuando el fiscal les interroga por las numerosas tropelías cometidas por ellos y/o por gente, hasta hace bien poco, cercanas. Para suerte de ellos, incluso, sus esposas, muy al contrario de la mía, parecen desconocer todo lo que hacen sus maridos. Todos ellos recurren al “No lo sé, No me consta, Lo Desconozco”

Susurros al oído

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La Comisión Europea lanzó hace ya bastantes meses una macro-consulta popular con el objetivo de conocer la opinión de la población europea sobre el futuro de la Política Agraria Común (PAC) europea más allá del año 2020. Pues bien, la Consulta Popular, cuyos resultados han sido recientemente presentados por el comisario agrícola, el irlandés Phil Hogan, ha cosechado un éxito enorme de convocatoria si tenemos en cuenta las 322.900 respuestas recibidas frente a las escasas 5.700 respuestas recogidas en la anterior Consulta allá por el año 2010; ahora bien, conociendo como vamos conociendo el paisanaje y los paisanos del terruño, no me ha sorprendido nada saber que de esas 322.900 respuestas, la propia Comisión ha desechado unas 248.000 respuestas que fueron enviadas masivamente, en tromba, corta-pega a mansalva, por un conglomerado de asociaciones y ONGs conservacionistas, ecologistas o puñetas quieran calificarlas. Sí, esas numerosas y correosas asociaciones que se refieren a las

Cristiano Ronaldo es la leche

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Recordarán, queridos sufridores, que hace unos cuantos meses fueron miles de personas las que suscribieron en la plataforma Change.org la petición para indultar a la vaca Carmen y que no fuese sacrificada como lo son el resto de animales afectados por la enfermedad de la brucelosis. En su momento ya califiqué, y por lo tanto no lo voy a volver a hacer, a estas personas que, seguramente de buena voluntad, tratan a la vaca lechera Carmen como si fuese un animal de compañía. Pues bien, parece ser que la ley de Murphy, aquella que decía que todo es susceptible de empeorar, tiene numerosos seguidores y casi todos enganchados al dichoso Change porque si no, convendrán conmigo que, es difícil de entender que haya unas 2.200 personas que hasta el momento hayan firmado la petición de perdonar al futbolista Cristiano Ronaldo su deuda con Montoro, o mejor dicho, con todos los ciudadanos de a pie. He podido leer que el impulsor de dicha petición es una identidad falsa especialista en gen

Ramón el auténtico

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No quisiera ser como Vicente, el del dicho popular, que va donde la gente ni meterme en fregados que no domino (la verdad sea dicha, no domino ninguno) pero cada vez es más frecuente leer, ver y escuchar voces que alertan sobre las nefastas consecuencias del turismo masivo y masificado. Quizás pensando en lo que viene ocurriendo en otras grandes ciudades, Barcelona por ejemplo, son muchos quienes ya han encendido las luces de alarma sobre lo que está ocurriendo o puede ocurrir en muy poco tiempo en una ciudad tan bella como Donostia y se ponen a enumerar las terribles consecuencias, principalmente el fenómeno de la gentrificación, que ello conlleva para la población local. Pues bien, como decía, no quisiera caer en la simpleza de atacar porque sí el modelo turístico masivo pero sí aprovechar la coyuntura sobrevenida a la vuelta de unas pequeñas vacaciones en tierras lusas para apuntar una serie de reflexiones que me vienen a la cabeza nada más hacer un breve y somero re

Hacer leña del árbol caido

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Hace unos pocos meses, el sector forestal vasco, en su más amplio sentido, sintió un subidón enorme al ver que la construcción en madera de pino insignis del primer bloque de pisos de VPO en la bella localidad de Hondarribia fue acogida mediáticamente con gran fuerza y bien acogida por el conjunto de la sociedad vasca. Es un paso gigantesco en la reorientación del sector maderero vasco y al mismo tiempo, una decisión política, digna del aplauso de todo el mundo, que debe tener continuidad en el tiempo y reforzarse mediante otra serie de cuestiones como son los pliegos de ayudas públicas a la construcción y rehabilitación, ayudas a la renovación de ventanas, etc. Pues bien, acabo de volver de un pequeño viaje por Portugal al que fui acojonado y del que vuelvo con el alma encogida por las desastrosas consecuencias de los incendios forestales que han asolado gran parte del país vecino y es por ello que quisiera dedicarle unas lineas a la cuestión forestal. La inicial

Las cosas claras y el chocolate espeso

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Recientemente el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha sentenciado que las bebidas puramente vegetales, como la leche de soja o la mantequilla de tofu, no pueden comercializarse bajo denominaciones como “leche” o “mantequilla”, que están reservadas exclusivamente a los productos de origen animal. El máximo órgano de justicia de la Unión Europea resuelve así un litigio de origen alemán y según la decisión adoptada por la corte europea la normativa comercial europea “se opone a que la denominación «leche» y las denominaciones que este Reglamento reserva exclusivamente a los productos lácteos se utilicen para designar, en la comercialización o en la publicidad, un producto puramente vegetal, aun cuando esas denominaciones se completen con menciones explicativas o descriptivas que indiquen el origen vegetal del producto en cuestión” y por lo tanto, la denominación de “leche” como la de derivados y productos lácteos como la “nata”, el “chantilly”, la “mantequilla”, el

El brillo de la agricultura del PIB

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Leo que las autoridades europeas tras un ataque, por tierra, mar y aire, orquestado y protagonizado armónicamente por instituciones y agentes agrarios españoles están dispuestas a modificar su definición de pastos para posibilitar la inclusión de la dehesa y del monte mediterráneo. Cuentan, los que pasillean por el Parlamento Europeo y de la Comisión Europea, que la aprobación del dictamen sobre el llamado Reglamento Ómnibus sobre la Revisión del actual Marco Financiero Plurianual que afecta a numerosos reglamentos comunitarios, entre ellos los reglamentos relativos a la PAC, supone un paso importante para lograr mejoras en el actual marco regulatorio de la PAC, sin tener que esperar a una reforma de la PAC, que se anuncia para más adelante. Una de estas mejoras necesarias era la inclusión de la dehesa y el monte mediterráneo en la denominación de superficies de pasto permanente. Con esta decisión el ecosistema productivo ganadero del sur de la piel de toro dejará de

OCNIs en nuestra galaxia

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Habitualmente se utiliza la expresión “el mundo se acaba dos veces al año, el 31 de julio y el 31 de diciembre” refiriéndose a esas dos fatídicas vísperas de fechas clave donde todo pichichi quiere solventar los temas pendientes y se alivia, mentalmente al menos, al comprobar la mesa limpia de papeles tras haber trasladado, vía email o guaxap, nuestro problema a otro. ¡Ahí te va eso que yo me voy de vacatas! Pues bien, este año creo que la cosa se está complicando porque noto una cierta efervescencia incluso antes de comenzar oficialmente la temporada estival y es por ello que voy a aprovechar la ocasión para hacer una pequeña entresaca y trasladarles unas cuantas cuestiones y reflexiones que me han parecido lo suficientemente interesantes. Comienzo informándoles que Altzo, pequeño municipio de Tolosaldea, cuenta en adelante con un coqueto espacio, una preciosa borda apegada al caserío Iriarte, para albergar pequeños eventos donde el contacto con la huerta y el amor po

Insípidos

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Dice mi amigo Tomás que él no compra melones hasta mediados del mes de agosto puesto que, reiteradamente, ha comprado hermosos ejemplares cuya belleza externa es, lamentablemente, incapaz de justificar la insipidez de su interior. Algo similar me ocurrió a mí cuando en un mismo acto de compra adquirí diferentes frutas y cuál fue mi sorpresa cuando al ir a comerlas no fui capaz de diferenciar la pera del briñón puesto que ambas eran una insípida fruta servida “al dente”, por no decir, que casi me dejo parte de la dentadura en el intento. Los productores, y aquellos otros que pululamos por los alrededores, debemos ser conscientes del maltrato que muchas veces se somete al consumidor final ofreciéndoles una fruta y/u hortalizas todavía inmaduras (algo generalizado en aquellas piezas que viajan cientos o miles de kilómetros)  por acceder a nuevos y lejanos mercados, por las prisas de salir los primeros al mercado no tan lejano, pillar el mejor precio y porqué no, cumplir con la de

Los caracoles y la innovación

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La Ascensión del Señor es la fiesta patronal de mi pueblo, Legorreta, que, eso sí, de forma sui generis, celebra los 3 jueves que antiguamente se decía que lucían más que el sol: jueves santo (actualmente la gente lo celebra camino a su destino vacacional), jueves de la Ascensión y el jueves de Corpus Christi que, en mi pueblo, lo celebramos en sábado para poder despendolarnos a gusto y tener el domingo para reposar. Pues bien, recibido el programa festivo caigo en la cuenta, un año más, que el programa, salvo cuatro detalles, es idéntico al del año pasado y si me apuran, al de las últimas décadas. Reflexionando sobre la cuestión, caigo en la cuenta, que las fiestas patronales para que alcancen la categoría de tradición deben ser idénticas, mantenidas en el tiempo y repetidas año a año porque es esta característica, su repetición, la que las hace que la gente las asuma como propias, como parte de sus vidas y por ello, toda renovación que supere lo meramente anecdótico, está

Cabreado

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Vuelvo mosqueado de una reunión en la que los ponentes afirman que los vascos bebemos una media de 3 litros de sidra al año, particularmente me mosqueo porque la verdad sea dicha no me cuadran los números y menos aún, si tengo en cuenta que en la cena semanal de mi cuadrilla, nos bebemos una botellita por cabeza. Comento el dato entre mi sanedrín científico y acabamos en uno de nuestros debates post-postre, cómo no, en la conclusión científicamente inapelable que la sociedad actual, la que llamo del pichiglás, anda algo más que despistada y sin saber apreciar lo verdaderamente bueno que nos ofrece nuestra tierra. Por cierto, hablando de cosas sabrosas, el postre de esta semana era una tarta de tiramisú de la pastelería Aizpurua, elaborada por el venezolano vascoparlante Horacio, con la que alcanzamos a tocar con los dedos el mismísimo cielo. ¡ósea, ya saben!. Igualmente mosqueado, quizás debiera decir cabreado, anda la gente del campo con el tratamiento que recibe

El caldito de mi cuñado

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Mi hijo es, por lo general, bastante buen comedor pero tengo que reconocer que en asunto de croquetas es bastante tiquismiquis pues sólo come las croquetas de amama (abuela). Mira que lo hemos intentando de las más diversas maneras, pero no hay forma de meterle ni una sola croqueta que no sea elaborada por mi querida suegra y por ello, antes de echarse a la boca cualquier croqueta,  hace la pregunta de rigor, ¿serán de amama, no? No le ocurre lo mismo a mi cuñado el mayor que, éste también es buen comedor, como suele decirse coloquialmente, con mejor saque que el propio pelotari Titín y es que cuando acude a su refugio riojano es cliente habitual de un bar famoso por su caldito, agárrense los machitos, cuya fórmula mágica no le pertenece al cocinero sino a la multinacional que envasa el caldo en los briks que el establecimiento sirve, eso sí, con esmero y cariño. Algo similar a lo que ocurría en el anuncio de aquella famosa fabada donde la imagen de una entrañable abu