Las cosas claras y el chocolate espeso



Recientemente el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha sentenciado que las bebidas puramente vegetales, como la leche de soja o la mantequilla de tofu, no pueden comercializarse bajo denominaciones como “leche” o “mantequilla”, que están reservadas exclusivamente a los productos de origen animal.
El máximo órgano de justicia de la Unión Europea resuelve así un litigio de origen alemán y según la decisión adoptada por la corte europea la normativa comercial europea “se opone a que la denominación «leche» y las denominaciones que este Reglamento reserva exclusivamente a los productos lácteos se utilicen para designar, en la comercialización o en la publicidad, un producto puramente vegetal, aun cuando esas denominaciones se completen con menciones explicativas o descriptivas que indiquen el origen vegetal del producto en cuestión” y por lo tanto, la denominación de “leche” como la de derivados y productos lácteos como la “nata”, el “chantilly”, la “mantequilla”, el “queso” y el “yogur” quedan reservadas a las bebidas de origen animal.
Las cosas claras y el chocolate espeso dice el refrán y en este asunto ocurre algo parecido por lo que, el que quiera consumir este tipo de bebidas vegetales que las consuma, pero que no lo haga confundido o impulsado por una información errónea o un etiquetado malintencionado sino porque, verdaderamente, lo desea.
Leche de vaca, por cierto, es lo que echan en falta en el archiforrado emirato de Qatar donde los 30.000 millonarios que viven en ese desértico paraíso, eso sí, con el riñón cubierto de titanio, han embarcado 4.000 vacas en los aviones de Qatar Airways, la aerolínea que insufla millones de euros al Barca para que, luego, alguno de ellos se ría a nuestra jeta evadiendo al fisco, cientos de aviones que llevarán las vacas desde Australia y EEUU hasta este emirato.
Este desembarco de vacas es uno de los movimientos que están ejecutando las autoridades cataríes ante el cierre de fronteras impuesto por la vecina Arabia Saudí que le está “haciendo el vacío” por su connivencia con el terrorismo yihadista pero más allá del detalle, refleja lo que le ocurre a un país, con unos 2,7 millones de habitantes, que importa el 90% de los alimentos que los archiforrados habitantes comen y al mismo tiempo, refleja lo que puede ocurrirles a todos aquellos países que dejan su alimentación, su seguridad alimentaria, en manos de terceros.

 
Viviendo donde vivimos y con el potencial agrícola que tenemos, somos conscientes de que no es posible plantear un panorama de autarquía alimentaria, un yo me lo guiso yo me lo como, porque siempre habrá alimentos o materias primas que produciremos en exceso y otros muchos en los que no alcanzamos los umbrales mínimos de consumo. Ahora bien, sin caer en la caricatura canibalista, no es menos cierto que, si tenemos en cuenta las previsiones de crecimiento demográfico que apuntan desde la ONU y la creciente presión sobre los sistemas alimentarios y particularmente, sobre el sector productor, debiéramos incorporar la variable alimentaria a la estrategia política en su sentido más amplio.
Por cierto, hablando de política, el pasado fin de semana se celebraron dos importantes congresos en el panorama político, el Congreso constituyente de EHBildu en Euskadi y por otra parte, el 39º Congreso Federal del PSOE. En el primero de ellos, dejando a un lado los rifirrafes previos provocados dentro de Eusko Alkartasuna, al menos en lo que se refiere a los temas que yo suelo abordar, poco hay que destacar, a lo sumo, la nominación del parlamentario Iker Kasanova como responsable de sectores productivos y por lo tanto, al menos desde mi óptica, el interlocutor del sector agrario. No obstante, conviene recordar que la soberanía alimentaria es, al menos teóricamente, uno de los ejes centrales de su acción política por lo que habrá que ver hacia donde dirige sus esfuerzos en este campo.
Mirando un poco más lejos, el Congreso Federal del PSOE ha finalizado con la ratificación del poder omnipotente de Pedro Sánchez y en cuanto a la composición de la nueva dirección federal me ha sorprendido que, junto al responsable de Agricultura, Ganadería y Pesca y la de Mundo Rural, se haya nombrado a un responsable de Montaña, el aranés Francés Boya, presidente de la Federación de Pueblos de Montaña y por lo tanto, en función de lo que le sigo en medios y redes sociales, un experto conocedor de la realidad de dichos municipios montañeses y consecuentemente, una garantía para la agricultura de montaña como la nuestra.
Ahora bien, independientemente de lo que piense sobre la ideología socialista creo que es un acierto incluir este enfoque montañés a la política confiando que además de cuestiones sociales, demográficas, calidad de vida, etc. se abordará la cruda realidad de la agricultura de montaña, si bien, les tengo que reconocer que echo en falta una secretaría de política y/o estrategia alimentaria que dé coherencia y visión trasversal a un asunto tan importante.
Xabier Iraola Agirrezabala






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